Las siguientes cinco cartas, escritas desde La Magdalena, se refieren al incidente del zarcillo, narrado según testimonio de Perú de Lacroix
I. Cuartel General en La Magdalena – Lima
Octubre 29 de 1823
Señora Doña Manuela Sáenz
Señora:
Mi deseo es que usted no deje a este su hombre por tan pequeña einsignificantecosa.Líbremeustedmismademipecado,conviniendo conmigo en que hay que superarlo. Vengó ya usted su furia en mi humanidad. ¿Vendrá pronto? Me muero sin usted.
Su hombre idolatrado,
La Magdalena, 6:30 p.m.
Señora:
Nunca después de una batalla encontré un hombre tan maltratado y maltrecho como yo mismo me hallo ahora, y sin el auxilio de usted. ¿Quisiera usted ceder en su enojo y darme una oportunidad para explicárselo?
Su hombre que muere sin su presencia,
La Magdalena, 7: 30 p.m. Señora: En mi situación, ya no encuentro otro recurso que el de levantarme como Lázaro e implorar su benevolencia conmigo.
Sepa usted que parezco perro de hortelano castigado por jauría.
¿No se conmueve usted? Venga, venga pronto, que me muero sin usted.
Bolívar
IV. La Magdalena, 8 p.m.
Señora:
Medite usted la situación. ¿Acaso no dejó de asistirme en unos días? Yo imploro de su misericordia de usted, que proviene de su alma pura; no me deje morir de amor sin su presencia. ¿Puedo volver a llamarla mi bella Manuela? Explíqueme qué conducta debo seguir respecto a usted.
Suyo,
La Magdalena, 9:30 p.m.
Mi adorada Manuelita, el hincarme la porcelana iridiscente de tu boca fue el flagelo más sutil demandado por mortal alguno en la expiación de su pecado; tus dedos se adhirieron a mi carne, como en las breñas de la ascensión al Pisha, para darle a este hombre (tu hombre) un hálito mortal, en la contemplación de tu divinidad hecha mujer.
Perdóname, tuyo,
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