Huamachuco, a 30 de mayo de 1824
General Simón Bolívar
Muy señor mío:
Me pregunto a mí misma, si vale la pena tanto esfuerzo en recuperarlo a usted de las garras de esa pervertida que lo tiene enloquecido últimamente. Dirá usted que son ideas absurdas. He de contarle que sé los pormenores de muy buena fuente, y usted sabe que sólo me fío de la verdad. ¿Le incomoda mi actitud? Pues bien; tengo resuelto desaparecer de este mundo, sin el «permiso de su Señoría», ya que no me llegará a tiempo, debido a sus múltiples ocupaciones…
Manuela
Cuartel General en Huaraz, a 9 de junio de 1824
Manuelita
Mi adorada:
Tú me hablas del orgullo que sientes de tu participación en esta campaña. Pues bien, mi amiga, ¡Reciba usted mi felicitación y al mismo tiempo mi encargo! ¿Quiere usted probar las desgracias de esta lucha? ¡Vamos! El padecimiento, la angustia, la impotencia numérica y la ausencia de pertrechos hacen del hombre más valeroso un títere de la guerra.
Un suceso que alienta es el hallarse en cualquier recodo con una columna rezagada de godos y quitarles los fusiles. ¡Tú quieres probarlo! Hay que estar dispuesto al mal tiempo, a caminos tortuosos a caballo sin darse tregua; tu refinamiento me dice que mereces alojamiento digno y en el campo no hay ninguno. No disuado tu decisión y tu audacia, pero en las marchas no hay lugar a regresarse. Por lo pronto, no tengo más que una idea que tildarás de escabrosa: pasar al ejército por la vía de Huaraz, Olleros, Choveín y Aguamina al Sur de Huascarán.
¿Crees que estoy loco? Esos nevados sirven para templar el ánimo de los patriotas que engrosan nuestras filas. ¿A qué no te apuntas? Nos espera una llanura que la Providencia nos dispone para el triunfo. ¡Junín! ¿Qué tal?
A la amante idolatrada
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