martes, 23 de agosto de 2011

GITANA


EL BESO DESNUDO DE LA HOJA

 MANUEL ANDRADE PALMA



La vida signada de artificios
se pervierte desnuda ante ti,
imanada ante la renunciación



Gitana, estas letras tienen de tu geografía
el pequeño balbuceo que de escama a escama
como un viejo pez de sedimento y cal,
hecho de flora ardorosa y fauna celestial
cruzó el manantial de todas las lunas
en sus cuencas estupefactas de vacíos,
adormiladas de tantos caminos,
de oasis,
de espejismos furtivos de inocencia
deletreando  tu nombre consumido
en la catedral inaccesible
de la fábula  y el cuento
de Tú esparcido cuerpo sempiterno,
de voz y aliento de palpitante arcilla,
delicado ensueño y atribulada alfarería
en que mis manos  ciegas de tus huellas
se perdieron, modelando tu perdido rostro insepulto
y el océano de tu diluida presencia cristalina,
en su mas


 Yo, alfarero encontrado de paso,
hacedor de caminos, en tus pies diletantes,
conocedores del beso desnudo de la hoja,
de su ferruginoso aliento de barro,
de anárquica alquimia vivencial,
vegetal y esotérica,
presto a la alcurnia sideral,
en que Tú, gitana,

creciste de puro embeleso,
en la dura ceguedad lóbrega de la soledad,
ermitaña del planeta indescifrado,
desde  que llegaste con tus tiernos pies de espumas,
hasta la misma fundación de la tutelar encarnación
que recordarían los abuelos arcaicos de la flor
y el sereno noctámbulo y ebrio
del suspiro de guitarras perpetuas e incineradas
con las que te distes rendida al hastió,
a la lastimera huella del perseguidor,
al alfarero de tus pasos,
al labrador de tus propios sueños,
acontecidos y sonámbulos de erranzas,
desperdigadas de antologías ciegas
en tus párpados naufragados
en que las quimeras y pequeños senderos auscultados
se brindaron insepultos
al musitado abecedario del nauta amante
sumergido de tu partenogénesis de terrenos elementos
y dilatado anhelo,
en que se aspira hasta el viento mínimo
de los intersticios de la arena,
sobre el párpado dormido de las piedras
en que absorbí con mi boca de mar y mineral
el canto prohibido de sirenas brotando de tu cuerpo
gitano, de fuego y magnitud despierto a la locura,
mordedora y cautiva de ardiente sed,
perdida de tu rumbo de convulsionado habitante,
de fenecida turquesa prisionera en su oquedad
de derramado cántaro, de alucinado vuelo y espejo
cual pájaro en procesión por el desnudo cielo,


las olas se advenían a tu destino de florecido beso,
esparcido frenesí de rotunda estirpe,
constructora ferviente de las inundadas catedrales
en que perdimos el secreto de amarnos como ciegos,
hasta jurarnos con los dientes, las piernas y deseos,
en pecado florecido del instante
en que nacieron de tu boca
embrujada de besos,




todas las mieles y ternuras acontecidas,
con las que tu recuerdo por siempre y ahora,
juega la insospechada voluntad del tiempo
en el indescifrable ajedrez de las constelaciones.