domingo, 21 de julio de 2013

AQUI ESTOY YO..ESPERANDOLE

El Garzal, a 28 de julio de 1822
General Simón Bolívar
Muy señor mío:
Aquí estoy yo, ¡esperándole! No me niegue su presencia de usted. Sabe que me dejó en delirio y no va a irse sin verme y sin hablar… con su amiga, que lo es loca y desesperadamente.
…aquí hay todo lo que usted soñó y me dijo sobre el encuentro de Romeo y Julieta… y exuberancias de mi misma.



Quito, 30 de diciembre de 1822
Al Libertador Simón Bolívar
Incomparable amigo:
En la apreciable de usted, fecha 22 del presente, me hace ver el interés que ha tomado en las cargas de mi pertenencia. Yo le doy a usted las gracias por esto, aunque más las merece usted porque considera mi situación presente. Si esto sucedía antes que estaba más inmediata, ¿qué será ahora que está a más de sesenta leguas de aquí? Bien caro me ha costado el triunfo de Yacuanquer. Ahora me dirá usted que no soy patriota por todo lo que voy a decir. Mejor hubiera querido yo triunfar de él y que haya diez triunfos en Pasto.
Demasiado considero a usted lo aburrido que debe estar usted en ese pueblo; pero, por desesperado que usted se halle, no ha de estar tanto como lo está la mejor de sus amigas, que es:



Cuartel General Pasto, a 30 de enero de 1823
Mi adorada Manuelita:
Recibí tu apreciable que regocijó mi alma, al mismo tiempo que me hizo saltar de la cama; de lo contrario, esta hubiera sido víctima de la provocada ansiedad en mí.
Manuela bella, Manuela mía, hoy mismo dejo todo y voy, cual centella que traspasa el universo, a encontrarme con la más dulce y tierna mujercita que colma mis pasiones con el ansia infinita de gozarte aquí y ahora, sin que importen las distancias. ¿Cómo lo sientes, ah? ¿Verdad que también estoy loco por ti?…
Tú me nombras y me tienes al instante. Pues sepa usted mi amiga, que estoy en este momento cantando la música y tarareando el sonido que tú escuchas. Pienso en tus ojos, tu cabello, en el aroma de tu cuerpo y la tersura de tu piel y empaco inmediatamente, como Marco Antonio fue hacia Cleopatra. Veo tu etérea figura ante mis ojos, y escucho el murmullo que quiere escaparse de tu boca, desesperadamente, para salir a mi encuentro.
Espérame, y hazlo, ataviada con ese velo azul y transparente, igual que la ninfa que cautiva al argonauta.

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